Camino de los Remensas

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Sigue los pasos de Francesc de Verntallat, el líder de los payeses remensas, que declaró la guerra para acabar con los malos usos que sufrían los campesinos pobres.

Esta ruta nos remonta a más de 500 años atrás, cuando muchos campesinos catalanes sometidos a condiciones de esclavitud y determinadas costumbres feudales, conocidos como malos usos, se rebelaron contra esta situación fundando un sindicato y tomando las armas contra los señores feudales. Contaremos esta historia y visitaremos los parajes vinculados a ella de la mano del líder remensa más recordado y querido: Francesc de Verntallat. Francesc de Verntallat (1428-1499) nació en una masía de La Vall d’en Bas, donde empezaremos esta ruta. Cerca de esta masía encontraremos otros elementos relacionados con los orígenes de Verntallat, descendiente del linaje de los Puigpardines. Cerca del Mallol y continuando dentro del término municipal de La Vall d’en Bas, encontraremos la iglesia y el castillo de Puigpardines y la masía (en catalán mas) Toralles, antigua casa de los señores de Puigpardines. En La Vall d’en Bas, pues, es donde debemos ir a buscar los orígenes familiares del líder remensa. Verntallat se erigió como el líder de los campesinos más radical en la lucha para acabar con los malos usos y las humillaciones que sufrían los payeses por parte de sus señores. Los señores feudales ejercían un control excesivo sobre los payeses y sus familias, que no podían abandonar la casa de labranza si el señor no los liberaba. Además de los maltratos físicos que recibían, los payeses también tenían que pagar unos tributos abusivos para poder trabajar las tierras del señor. En este clima, Verntallat supo erigirse como la figura a quien los payeses siguieron para conseguir justicia y libertad. Tuvo la voluntad y la habilidad de construir un pequeño ejército que le permitía controlar gran parte de la Garrotxa y Les Guilleries, desde donde hacía incursiones para atacar otros puntos de Catalunya. La guerrilla de Verntallat creció rápidamente y creó un sistema que permitía la estabilidad de los voluntarios. Los payeses que se unían a la causa de Verntallat obtenían la ayuda de otros payeses que se quedaban trabajando la tierra, con la promesa de mantener sus cultivos mientras durara la guerra. Este sistema de solidaridad permitió a Verntallat y sus remensas aguantar el pulso durante muchos años, hacerse fuertes y acabar ganando la guerra. Aparte de este sistema de estabilidad, otro de los factores fundamentales en la victoria de los remensas fue la alianza con el rey Juan II. Enfrentado con su hijo Carlos de Viana, Juan II vio amenazado su reinado por la Diputación del General, organismo fiel a Carlos de Viana. Juan II se vio obligado a exiliarse en Aragón, y en su ausencia dejó el mandato a su esposa, la reina regente Juana Enríquez, que mantuvo la suspensión de los malos usos durante su regencia, lo que le sirvió para ganarse la simpatía de los payeses. Cuando la reina sufrió un asedio en Girona y Verntallat y sus hombres bajaron a la ciudad para socorrerla, se fortaleció una alianza que sería decisivo para la vida de Verntallat y para el transcurso de la guerra. La reina, agradecida, lo nombró capitán real. Este hecho confirmó el liderazgo de Verntallat formalmente. A partir de entonces, sus seguidores fueron conocidos como los verntallats. El mismo año en el que Verntallat fue nombrado capitán general, en 1463, tomó el castillo de Hostoles y lo fortificó. Cuando subimos a la Garrotxa por la comarca de la Selva interior, vemos a nuestra derecha unas ruinas encima de una colina. Es el castillo de Hostoles, descrito por Vicens Vives, historiador y escritor, como “la más insigne fortaleza remensa de montaña”. Lo cierto es que el castillo de Hostoles fue el centro del poder remensa durante todo el periodo bélico. Después de la fortificación se convirtió en un punto inexpugnable para las tropas enemigas y siempre fue utilizado como un lugar de repliegue seguro. También lo fueron los castillos de Puig-Alder y Colltort, que antiguamente marcaban la frontera entre los condados de Besalú y de Girona. El castillo de Hostoles es un punto de referencia geográfico en muchos aspectos. Está situado entre los municipios de Les Planes d’Hostoles y Sant Feliu de Pallerols. En Les Planes d’Hostoles está la ermita de Sant Salvador, donde posteriormente se construiría el castillo de Puig-Alder. A medida que vamos llegando allí, la situación geográfica nos ayuda a entender la ventaja militar que el terreno ofrecía a los hombres de Verntallat. Al otro lado de la carretera que conecta Girona, Les Planes d’Hostoles y Sant Feliu de Pallerols, encontramos la iglesia de Sant Pere Sacosta. Hay constancia de que ya en el siglo XIII todas las masías de la parroquia estaban sometidas a los malos usos. En Les Planes también encontramos la casa Jonquer, cuna de un importante linaje de la Garrotxa de la época. En Sant Feliu de Pallerols podemos visitar el molino de la Conqueta, un molino harinero del que se tiene constancia por primera vez en el siglo XII. Cabe destacar la importancia que en la retaguardia, mientras la guerra continuaba en el campo de batalla, todo siguiera funcionando y no se dejara de producir, para así poder seguir alimentando a los payeses del frente. Actualmente el molino es de propiedad municipal y se puede visitar. Cerca de Santa Pau encontramos el castillo de Colltort, desde donde podemos ver la zona volcánica de la Garrotxa. En esta ruta también descubriremos un par de elementos que, aunque no estén vinculados al conflicto remensa, bien merecen una visita. El primero se trata de unos lavaderos: Rentadors de la Pinya, en La Vall d’en Bas, exponentes de un tiempo en el que lavar la ropa se convertía en una práctica muy dura pero socialmente conciliadora. El segundo, el Firal de Sant Feliu de Pallerols, donde podremos pararnos y disfrutar un buen rato en medio de la tranquilidad de la plaza del pueblo. Entre los años 1463 y 1469 la guerra avanzaba con pequeñas victorias y derrotas de los dos bandos. Finalmente, los remensas pierden el control de Besalú y Olot, y Verntallat se repliega en las montañas alrededor del castillo de Hostoles. Desde allí, en el año 1470, los remensas avanzan, siempre en inferioridad numérica, hasta Girona y la asedian. En 1471, Girona se rinde ante la presión de Verntallat, que recibió un apoyo vital de la zona de Finestres, en el oeste del castillo de Hostoles. El territorio que hoy comprende el término municipal de Sant Aniol de Finestres tuvo una importancia estratégica esencial en muchos conflictos armados de la historia de Cataluña. Al ser una zona montañosa y de difícil acceso, cerca de Olot, Banyoles y Girona, la ha convertido en refugio de bandoleros. Una buena muestra de ello es la ermita de Finestres, con un papel relevante también durante la tercera guerra Carlista. Más cerca de los núcleos habitados, en la actualidad encontramos la iglesia de Sant Esteve de Llémena y la de Sant Aniol de Finestres. Retomando el hilo de Verntallat, todavía en el año 1471, Olot también fue asediada por los remensas. El 28 de octubre de 1472 terminó la guerra civil catalana con la victoria de los realistas con la ayuda de los remensas. Estos esperaban que el rey suprimiera los malos usos después de su contribución en la victoria, pero no fue así y comenzó un periodo de desconcierto. Años más tarde, el conflicto se reabrirá, pero esta vez será un compañero de Francesc de Verntallat, Pere Joan Sala, quien iniciará la segunda guerra de los Remensas. Después de algunas victorias cerca de Barcelona será encarcelado y ejecutado públicamente en la capital. Esta vez Verntallat no fue a la guerra sino que intentó negociar y acabó obteniendo todo lo que perseguía. Presidió la delegación remensa que firmó la sentencia arbitral de Guadalupe, en Extremadura, que puso punto final a los malos usos, al derecho de maltratar y a otros abusos hasta entonces legales. Muchos de esos derechos no se consiguieron en la mayoría de países europeos hasta bien entrado el siglo XVIII. Después de la sentencia, Verntallat residió en la corte y estuvo en contacto con personajes tan ilustres como Cristóbal Colom. Más tarde se retiró en Sant Feliu de Pallerols, donde vivió en Mas Claperols, cerca de Sant Miquel de Pineda, y en la casa fortificada que poseía en el pueblo, lugar donde murió en torno al año 1499. Hoy podemos encontrar una estatua que lo recuerda. En la comarca también hay muchos otros elementos en su recuerdo. Escuelas, calles y establecimientos muestran que Verntallat es un personaje querido y recordado por estas tierras. En esta ruta hemos repasado la vida de Francesc de Verntallat y hemos descubierto una de las primeras revueltas sociales organizadas que triunfaron en Europa: la revuelta de los remensas. También hemos descubierto la historia, los pueblos y las montañas del sud de la comarca de la Garrotxa.

Cuenta la leyenda que Francesc de Verntallat era un guerrero feroz, un gran estratega y poseía un carácter indomable. Un día estaba con sus hombres en la montaña y algo causó su ira. Cogió su espada y de un solo golpe partió un aliso. Desde entonces fue conocido como Francesc de Verntallat (“aliso cortado”).

Recomendación: Que no te vayas sin haber probado la cocina volcánica de la Garrotxa. Su lema es “De la terra als fogons” (de la tierra a los fogones), y se basa en productos del campo, del huerto y el bosque.

El sistema feudal y los malos usos: El sistema feudal se instauró en Cataluña a principios del siglo XI, en un proceso paralelo al resto de Europa. Fue una época en la que los poderes locales usurparon las tierras y los castillos al poder central, representado en Cataluña por un debilitado condado de Barcelona. Ramón Berenguer I, conde de Barcelona, recuperó el poder sobre la nobleza a cambio de aceptar las usurpaciones de bienes y derechos públicos que habían hecho y la sumisión de los campesinos a sus respectivos señores. Los malos usos eran una serie de costumbres feudales que la nobleza de cada territorio ejercía sobre sus vasallos, los campesinos que trabajaban y residían en sus tierras y masías. Fundamentalmente eran gravámenes u obligaciones de los campesinos hacia su señor. Por ejemplo, los payeses y toda su descendencia estaban ligados a su noble y no podían abandonar la masía donde trabajaban sin su autorización. Los que se hallaban en esta situación eran llamados payeses remensas. No obstante, los malos usos podían ir mucho más allá: desde dedicar unos días de trabajo al señor, hasta el pago de impuestos abusivos o la pérdida de parte de patrimonio personal en caso de incendio o adulterio de la mujer. Incluso, en casos muy extremos, se practicaba el famoso derecho de pernada.

La crisis demográfica de los siglos XIV y XV: A lo largo de la Edad Media, y coincidiendo con un crecimiento económico en el principado, los mismos señores feudales promovieron la creación de masías y su ocupación para familias remensas. Pero en el siglo XIV se produjo un importante descenso demográfico como consecuencia de las pestes que asolaron el país y muchas masías quedaron abandonadas. Sin embargo, los señores feudales no quisieron renunciar a sus ganancias, así que subieron los impuestos a los pocos payeses que quedaron y les aplicaron de forma más severa los malos usos para no perder ingresos, lo que provocó muchas tensiones entre payeses y nobles. Como consecuencia a este malestar y a las presiones de unos y otros, a mediados del siglo XV, por primera vez se permitieron reuniones de payeses y se creó un sindicato remensa muy activo.

Las guerras remensas: Las guerras remensas estallan durante la segunda mitad del siglo XV en un momento muy convulso para el principado. Lo cierto es que la primera guerra de los Remensas se produce a la vez que la guerra civil catalana, que enfrentaba Juan II y las instituciones del país: la Generalitat y el Consell de Cent. En una lucha de poderes e intereses, las instituciones se ponen del lado de los nobles y a favor de continuar con el sistema feudal, mientras que el rey Juan II recibe el apoyo de los payeses remensas.

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