En esta ruta descubriremos el pueblo de Santa Pau y el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Visitaremos iglesias, ermitas y parajes singulares, nos adentraremos en frondosos bosques y entraremos en el cráter de un volcán. En este recorrido, la cultura y la naturaleza irán cogidas de la mano. Empezaremos en el mirador de Can Pauet. Desde aquí podremos contemplar el pueblo medieval de Santa Pau y buena parte de su entorno. En el pueblo hay muchos puntos de interés que forman parte de otras rutas como la Ruta Medieval, Ruta dels Remences (de los remensas) o la Ruta dels Carlins (de los carlistas). Así pues, es muy recomendable dar una vuelta por las viejas calles empedradas del pueblo medieval. Puesto que el núcleo de Santa Pau es casi el centro geográfico del municipio, dividiremos esta ruta en pequeñas excursiones, desde el centro del pueblo hasta casi todos los puntos cardinales. En la primera visita nos dirigiremos hacia el este, descendiendo hacia Banyoles. Después de abandonar la carretera principal, caminaremos hasta encontrar un gran menhir de basalto conocido como la Pedra del Diable (la piedra del diablo). Cuenta la leyenda que fue el mismo diablo quien lo puso ahí, pero la ciencia nos dice que lo hicieron nuestros antepasados del Neolítico. Siguiendo el camino, más arriba, llegaremos al salto de agua de Can Batlle, un hermoso lugar donde refrescarse durante las temporadas de calor al que podemos llegar después de una agradable excursión. De vuelta al pueblo, tomaremos el camino del norte y subiremos dirección la sierra de Sant Julià del Mont. Lo primero que encontraremos es la iglesia de Sant Martí Vell, muy cerca de un camino asfaltado. Si queremos continuar subiendo hasta la montaña, tendremos que aparcar el coche y seguir caminando sierra arriba, en una bonita caminata por parajes boscosos y solitarios, hasta encontrar la capilla dedicada a los santos Abdó y Senén – más conocidos como san Nin y san Non, patrones de los campesinos – en un lugar alejado y recogido. Durante siglos fue el lugar escogido para suplicar buenas cosechas a los dos santos. Continuando hacia arriba llegaremos a la cima de la sierra de Sant Julià del Mont, donde encontraremos el santuario con el mismo nombre. Desde este santuario milenario se puede dominar el valle del río Ser y del río Fluvià. Esto nos explica la importancia estratégica del lugar a lo largo de la historia. Hoy en día, es un refugio de calma y vistas maravillosas al que se llega después de una larga caminata y superar un fuerte desnivel. En la última parte de la ruta es donde se encuentra la Fageda d’en Jordà – un bonito y conocido hayedo – y los volcanes. Saliendo de Santa Pau, por la carretera dirección Olot, al oeste, encontraremos, al poco rato, la iglesia de Santa Llúcia de Trenteres. Entre el volcán del Croscat y el volcán del Torrent, muy cerca del volcán Puig de la Costa, encontraremos otra bonita iglesia: Sant Miquel Sacot. Subiremos caminando al volcán de Santa Margarida y bajaremos dentro de su cráter circular, casi perfecto, donde se halla la ermita de Santa Margarida Sacot. Pocas iglesias encontramos en el país que disfruten de una situación tan singular como esta. Justo detrás de este volcán, descubriremos la preciosa zona de Fontpobra y el castillo de Colltort, donde disfrutaremos de unas vistas privilegiadas sobre buena parte del Parque Natural. En esta ruta hemos visitado el pueblo de Santa Pau, con su rico patrimonio medieval. Recorriendo el territorio también hemos descubierto multitud de pequeñas ermitas y capillas diseminadas por bosques y montañas y, finalmente, hemos descubierto los volcanes y el hayedo. Todo en el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa y, de hecho, toda la comarca en sí, son un ejemplo que combina con éxito el respeto al patrimonio natural y cultural con la actividad económica. Uno de los polos económicos con una clara vertiente social es la cooperativa La Fageda. Este proyecto, sin ánimo de lucro, tiene como objetivo la integración laboral de las personas con discapacidad psíquica de la comarca y da trabajo a más de 280 personas, de las cuales más del 60 % tiene una discapacidad psíquica o trastorno mental. Ofrecen visitas guiadas donde podremos saber cómo lo hacen y por qué lo hacen, además de probar sus productos. ¡Para chuparse los dedos!
Recomendación: Que te adentres en la Fageda d’en Jordà, el hayal al que se ha dedicado una de las poesías más conocidas e importantes de Cataluña, escrita por Joan Maragall. Este poeta fue una figura clave de la poesía modernista a finales del siglo XIX y a principios del XX y es uno de los más importantes y populares de la literatura catalana. En su poema La Fageda d’en Jordà inmortaliza ese paraje y lo sitúa en el imaginario literario y poético de los catalanes. A pesar de que han pasado más de cien años, cuando penetramos en el hayedo podemos sentir las mismas sensaciones que experimentó el poeta…
Geografia: Santa Pau se halla en el sureste de la comarca de la Garrotxa, entre el valle que forman las sierras de Finestres y Sant Julià del Mont. En Santa Pau nace el río Ser, que desciende hasta encontrarse con el río Fluvià, que viene de Olot y Castellfollit de la Roca, al otro lado de la sierra de Sant Julià. Forma parte de un camino histórico que transcurre entre Olot y Banyoles, pasando también por Mieres y Sant Miquel de Campmajor. Es una zona muy rica geológica y geográficamente: podemos encontrar volcanes, montañas, valles, ríos…
Historia: Hay referencias de Santa Pau como nombre de lugar desde el año 878, ¡hace más de 1.000 años! A finales del siglo XIII se creó la baronía de Santa Pau y el barón pasó a residir en el castillo. Este hecho desencadenó un proceso de construcción de casas, plazas y murallas a su alrededor buscando refugio y seguridad. Entre estas construcciones destaca la plaza Major, una plaza porticada antiguamente conocida como Firal dels Bous (ferial de los bueyes), ya que era donde se reunían los campesinos de la zona cuando había mercado. Sus soportales nos muestran la evolución del gótico rural catalán a lo largo de los siglos XIII y XIV y eran muy útiles para no mojarse si llovía durante los días de mercado. Santa Pau ha visto pasar remensas y, unos siglos más tarde, también carlistas, lo que nos remite a la situación estratégica del pueblo. Estas rutas nos mostrarán una historia llena de batallas y guerrillas que descendían de las montañas para asaltar el pueblo y convertirlo en una plaza fuerte. Como podemos ver, Santa Pau posee una larga historia, desde los primeros volcanes hasta la actualidad.
Los volcanes: Un volcán es el lugar por donde la materia rocosa y fundida del interior de la tierra sale al exterior. Normalmente, es producto del movimiento de placas tectónicas en un proceso que dura millones de años y se suele producir alrededor de estas placas. Cuando se produce la erupción, esta puede tener varias intensidades, lo que produce diferentes formas de volcanes. Si a eso le sumamos la diferente edad de los volcanes, podemos obtener alguna pista de la gran diversidad de formas que existen en la actualidad. En Cataluña podemos encontrar otras zonas volcánicas, y de hecho tenemos volcanes muy cerca de aquí, en las comarcas de la Selva y el Empordà, pero es en la Garrotxa donde encontramos la mayor diversidad y cantidad, y donde mejor se conservan, ya que también es la zona más reciente. No en vano, el último de los volcanes aún arrojaba lava hace tan solo 10.000 años.
El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa: En la modernidad fue en el siglo XIX cuando Francesc Xavier de Bolòs descubrió, estudió y difundió la riqueza volcánica de la Garrotxa. A pesar de eso, no siempre se tuvo suficiente consciencia de la importancia de este patrimonio, provocando que a veces se explotara de manera poco cuidadosa. Fue a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando se empezó a valorar y a dar importancia a la preservación de este patrimonio tan singular de nuestro país. Fue cuando aparecieron las primeras leyes de protección y también cuando se creó el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, durante los años ochenta del siglo pasado. En la zona del Parque Natural podemos encontrar más de 42 conos volcánicos. Son la muestra más joven de toda la península ibérica, ya que se inició hace tan solo 350.000 años, mientras que en el Empordà, por ejemplo, la muestra volcánica es de hace casi 10 millones de años, casi 30 veces más antigua. Veremos que existe algún volcán bastante reciente, geológicamente hablando. Todos los volcanes de la zona están inactivos, lo que no significa que estén extinguidos, ya que no se descarta que en un futuro puedan volver las erupciones. De hecho, se cree que algunos volcanes podrían entrar en erupción en el período que va desde el año 2000 al 3000, un período muy largo para nosotros pero, geológicamente hablando, muy corto. Todos los volcanes de la Garrotxa son monogenéticos, es decir, volcanes que se forman con una única erupción, de manera que si hubiera alguna nueva erupción, se crearía un nuevo volcán. Uno de los volcanes más emblemáticos, conocidos y visitados de todo el parque es el de Santa Margarida. Su cono, de 330 metros de diámetro, es de forma circular y se alza imponente sobre la zona, por encima de los 600 metros. El agujero del cráter tiene entre 40 y 70 metros de profundidad. El hecho de tener una forma tan peculiar, una preciosa ermita dentro de su cráter y una fácil accesibilidad, lo convierten en uno de los elementos más visitados del parque. Otro volcán icónico del parque es el Croscat. Es muy alto: más de 160 metros de altura desde el suelo. Junto con el de la Pomareda, es uno de los volcanes más jóvenes de toda la península ibérica, con una edad de entre 7.000 y 11.000 años. Sus erupciones se produjeron en tres fases, la última le dio la forma de herradura actual. Hay que hacer hincapié que desde hace muchos milenios hay asentamientos humanos en la Garrotxa. En los riscos de la Barroca se hallan los testimonios más antiguos de la presencia de humanos en la comarca y también sabemos de su presencia en el Paleolítico Medio, Superior y en el Mesolítico. Así pues, los humanos –aunque no lo podamos afirmar del todo– podían haber coincidido con las erupciones volcánicas a lo largo de varios períodos. Lo que sí sabemos con seguridad es que las erupciones, el tipo de suelo y la orografía resultante condicionaron la posterior ocupación del territorio y continúan haciéndolo hoy en día.