El Olot más auténtico

¿Qué es lo que hace de Olot una ciudad única y singular? Descubre cómo su entorno, arte e historia marcan el carácter de la ciudad de los volcanes.

Artística, histórica, volcánica, carlista… Hay muchos adjetivos que encajan con la ciudad de Olot, la capital, histórica y actual, de la comarca de la Garrotxa. En este paseo intentaremos acercarnos a su esencia a través de la geografía, la historia, los edificios más emblemáticos, sus barrios, sus parques, etc. Pasearemos por la parte antigua (Vila Vella) y por la parte nueva (Vila Nova), subiremos al volcán Montsacopa y, entre otras cosas, nos adentraremos en los lugares que pintaron los artistas de la Escuela de Olot. Toda la ruta se puede hacer fácilmente a pie y, si se quiere disfrutar con todos los sentidos, es aconsejable hacerla sin prisa y detenerse en los rincones que más nos gusten para comprar, comer o sencillamente observar. Para complementar esta ruta podemos hacer otras que recorren la ciudad enfatizando diferentes aspectos como Los volcanes de Olot o La Garrotxa modernista.

Los orígenes de Olot, más allá de posibles asentamientos prehistóricos, tenemos que buscarlos en el año 872. Olot es, por lo tanto, una villa más que milenaria, pero no encontramos casi ningún rastro de edificios construidos antes del 1427 y 1428, puesto que los terremotos que hubo durante estos años destruyeron prácticamente toda la ciudad. La Vila Vella era un recinto amurallado, ubicado entre el volcán Montsacopa y el río Fluvià, es decir, en la zona donde actualmente está la iglesia de El Carme, la de Santa Maria del Tura y el puente de Santa Magdalena.

Una buena forma de empezar el paseo es, precisamente, delante de la iglesia de La Mare de Déu del Tura. Dentro encontraremos una de las ‘Vírgenes halladas’ más emblemáticas de Cataluña: la Virgen del Tura, patrona de Olot. Es una talla románica del siglo XII y desde siempre ha tenido una gran devoción en la ciudad. Muy cerca está la iglesia de El Carme (1572), en la plaza del mismo nombre. Este convento carmelita es el edificio más notable y más antiguo de la arquitectura monumental de Olot y atesora en su interior un imponente claustro renacentista.

Para pasar de la Vila Nova a la Vila Vella podemos entretenernos por muchas calles estrechas que combinan de manera armónica los siglos de existencia con una envidiable vida comercial. Las tiendas convierten el paseo en una tentación constante. Los productos locales, los elementos artísticos y la calidad artesana son algunos de los atractivos de los establecimientos de estas calles y callejones, que conforman una de las fotografías más características del centro de la ciudad. Uno de los puntos ineludibles es el mercado y su entorno. Aquí, los olores, los sabores y los colores se unen para mostrar la personalidad de estas tierras con un simple vistazo.

Muy cerca del mercado encontramos el Hospici. En este edificio, macizo y austero, hay el Museo de la Garrotxa, el cual posee una rica colección de la Escuela Paisajística de Olot, entre muchas otras disciplinas y estilos de entre los siglos XVIII y mediados del XX.

Dirigiéndonos hacia la Vila Nova encontraremos otros edificios de interés, como la iglesia parroquial de Sant Esteve, cuyo origen es una antigua iglesia románica del siglo X, construida fuera murallas. La construcción actual es del siglo XVIII, pero incorpora elementos posteriores, como las escaleras de 1897. El campanario es uno de los elementos más característicos de Olot. Se alza por encima de todas las construcciones del casco antiguo, por lo que destaca cuando observamos la ciudad desde un punto elevado, como por ejemplo, desde el volcán Montsacopa.

Dentro de la iglesia de Sant Esteve encontramos el antiguo Museo Parroquial con obras del nivel del Cristo abrazado a la cruz, de El Greco. Muy cerca de allí también está Can Trincheria, un edificio construido en el siglo XVIII que fue hogar de los Trincheria, un antiguo linaje con una fuerte presencia en la vida social y política de Olot. Dar una vuelta por el interior de la casa es hacer un viaje al pasado a través de la decoración, el mobiliario y el gran pesebre que la familia, con la colaboración de varios artistas, construyó después de años de dedicación.

Delante de las escaleras de Sant Esteve encontramos la casa Gaietà Vila, exponente del Modernismo en la comarca, que da paso al Firal, uno de los espacios emblemáticos de la ciudad. A lo largo de este paseo, oficialmente llamado de Miquel Blay, encontramos algunas esculturas emblemáticas como La lectura (Blay) o El Origen (Xargay). También encontramos edificios que se han convertido en un referente del carlismo en Olot, como la Casa Solà-Morales y el teatro Principal que, con más de cien años de existencia, a pesar de haber sufrido más de un incendio, continúa siendo un referente en la vida cultural y teatral de Olot.

Al final del Firal, si seguimos arriba, llegaremos al barrio del Torín, donde encontraremos el archivo comarcal y la plaza de toros. Esta, construida a mediados del siglo XIX, es una de las plazas más antiguas de Cataluña. Desde hace años no se celebra ninguna corrida, en un primer momento por el desinterés local y, después, por la prohibición legal en todo el país.
Desde aquí podemos continuar subiendo hasta el Espai Cràter, el centro del interpretación de los volcanes de la Garrotxa. Continuaremos hacia el cementerio y, después, hasta la cima del volcán Montsacopa. Una vez en la cima, además de admirar las numerosas vistas y torres descritas en la ruta de los volcanes, podemos contemplar la capilla de Sant Francesc, construida después de la guerra del Francés sobre un antiguo recinto militar. Su presencia en este lugar privilegiado y simbólico domina toda la perspectiva de la ciudad. A sus pies, la parte antigua y, más allá, la parte nueva, alejándose.
Si dejamos el casco viejo por la calle Sant Rafael, encontraremos otro de los edificios emblemáticos de Olot: el hospital de Sant Jaume.

Nos conviene desviarnos hacia el Eixample por la calle Vayreda. Encontraremos dos edificios que nos hablan de la historia de Olot y de algunos de sus protagonistas: el Museo de los Santos y la casa solariega de la familia Vayreda. El museo está ubicado en el mismo edificio neogótico en el que en 1880 Joaquim Vayreda y Josep Berga i Boix fundaron el taller de imaginería religiosa Arte Cristiano. Este espacio no solo contiene una amplia muestra de piezas, sino que además permite ver cómo funciona un taller desde dentro. Cabe decir que, en la ciudad, hay todavía varios talleres dedicados a esta labor, porque los santos de Olot siguen dando a la ciudad fama mundial.

Delante del Museo de los Santos, en la misma calle Vayreda, está la casa solariega de la familia. Los hermanos Joaquim Vayreda (1843-1894) y Marià Vayreda (1853-1903) y el botánico Estanislau, entre muchas otras personalidades, han desempeñado un papel importante en la vida de Olot. Por este motivo, en la ruta Recuerdos de la última guerra carlista se glosa la figura y se explora la obra del escritor y pintor Marià Vayreda.

La calle Sant Rafael nos conduce hasta la plaza Clarà o Parc Vell. El esplendor botánico, las características bóvedas de estilo novecentista o la escultura La Maternitat, hecha por Josep Clarà, nos introducen en una atmosfera muy diferente, aunque estemos en el mismo centro de la ciudad. Antiguamente era un convento y después fue un espacio de uso militar. Desde la plaza, podemos avanzar hacia la parte nueva de la ciudad, que se fue construyendo a lo largo de todo el siglo XX. Algunos barrios fueron diseñados a principios de siglo, otros, en los años sesenta y otros, más recientemente. Recorreremos algunos de los parajes de esta “nueva” ciudad de Olot.

El Eixample Malagrida fue el proyecto de ensanche de Manuel Malagrida, de Olot, que se fue a América para hacer fortuna y, a diferencia de muchos otros, se enriqueció considerablemente. Compró el terreno que había entre el actual paseo de Barcelona y el río Fluvià y promovió su urbanización. Quería crear allí lo que los novecentistas llamaban ciudad jardín: con casas separadas y ajardinadas y calles anchas. Aunque no todo el ensanche se construyó en su época, el urbanismo posterior respetó el diseño original de Malagrida.

Si salimos del ensanche en dirección opuesta al centro de la ciudad, entraremos en el Parc Nou, una zona con pequeños parques y estanques que invitan al paseo, a la calma y a la placidez. Dentro del parque encontremos el Casal dels Volcans, un bonito edificio de 1854. Muy cerca encontraremos los parajes de la Moixina. Este lugar, lleno de escondrijos, fuentes y riachuelos es uno de los más encantadores de la comarca. La misma fuente Moixina es de una belleza cautivadora en todos los momentos y colores del año. Por eso, la mayoría de pintores de la Escuela de Olot y grandes paisajistas de todos los países han venido – y continúan haciéndolo – a pintar en este emplazamiento único de la ciudad.

Finalmente, uno de los espacios del que no nos podemos olvidar es el de la Via Verda, cuyo recorrido pasa por las fuentes de Sant Roc y el barrio de L’Estació. Este camino que sigue el río Fluvià es la entrada – o salida – de Olot por la antigua vía del tren que unía Sant Feliu de Guíxols, Girona y Olot. Hoy se ha reconvertido en una vía que solo se puede hacer andando o en bicicleta.

En esta ruta nos hemos hecho una pequeña idea de lo que Olot nos puede ofrecer a través de un paseo tranquilo por sus calles, plazas y parques. Hemos caminado dentro de los volcanes, hemos disfrutado de edificios modernistas y hemos visto escaparates llenos de productos de la tierra. Pero es evidente que aún no lo hemos conocido todo y cada día podemos seguir descubriendo alguno de los infinitos tesoros que la ciudad tiene para ofrecernos.

Cuando los terremotos de 1427 y 1428 destruyeron Olot, el rey Alfonso IV el Magnánimo permitió que los ciudadanos decidieran si querían reconstruir la ciudad en el mismo lugar o en otro. Tal era la magnitud de la tragedia. La decisión fue construirla fuera de las antiguas murallas y, por lo tanto, fuera del control del abad de Ripoll, lo que no le gustó mucho. Es gracias a esta reconstrucción que las calles cercanas a la plaza Major están dispuestas en forma de cuadrícula.

Recomendación: Que estés atento a las múltiples promociones y actividades que se impulsan en Olot. Cultura, gastronomía, arte, historia… encuentran su espacio en la agenda de promoción de la ciudad y constituyen una rica y variada oferta en cualquier época del año.

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