Esta pequeña fortaleza, situada en la parte más occidental del municipio de Sant Feliu de Pallerols, era un punto de frontera histórica entre los valles de Colltort y Santa Pau. Por ese motivo, fue objeto de grandes disputas entre los condes de Barcelona y los de Besalú durante los siglos XI y XII. Se hace mención del castillo ya en el testamento del conde de Besalú, Bernat I de Tallaferro (1020 o 1021). En el año 1057 el conde de Besalú devolvió este castillo al conde de Barcelona y este lo cedió a los señores de Hostoles. A partir de entonces paso por las manos de varios castellanos y militares. En el siglo XV fue ocupado por los remensas, junto con el castillo de Hostoles. El interés actual no recae tanto en la arquitectura – debido a su estado ruinoso – sino en sus maravillosas vistas. Precisamente, desde el castillo podemos contemplar el Parque Natural de la Zona volcánica de la Garrotxa y algunos de sus conos volcánicos más característicos.